Sóller es conocido como uno de los pueblos más bonitos de Mallorca. Se encuentra en la costa noroeste de la isla, rodeado por la Sierra de Tramontana y por la que fue durante siglos su única vía de entrada: el mar Mediterráneo. Precisamente el hecho de haber estado aislado hasta hace relativamente poco, es lo que hace de Sóller un pueblo único en Mallorca con sus propias tradiciones, costumbres y gastronomía. Y es que durante una época Sóller estaba mejor conectado con Marsella que con el resto de la isla.
Los árabes llamaron Sulyar (valle de oro) a este lugar por su buen aceite de oliva. Trajeron gran parte de la agricultura y dotaron a esta cuenca de terrazas y acequias que aún siguen regando sus huertas.
Sóller es algo aparte dentro de Mallorca y casi siempre fue de difícil acceso, por eso Jaume I tardó un año en llegar a conquistarla en 1213.
Aunque ya había naranjas amargas desde la época musulmana, fue a través de la Ruta de la Seda y en el s. XVI cuando se plantaron los naranjos dulces de la India en Sóller, que se convirtieron en la base de su riqueza a lo largo de los siglos.
En Sóller y Port de Sóller recuerdan todos los años la invasión de los corsarios argelinos el 11 de mayo de 1561. Éstos pretendían atacar Mallorca pero fueron repelidos por los sollerics. De ahí que algunas casas estén decoradas con banderas de moros y cristianos.
Todo el mundo sabe cuándo fue la plaga de la naranja. Fue en 1865. Dejó arruinados a los sollerenses y les hizo emigrar hasta que volvieron para construir mansiones modernistas y haciendas indianas y seguir comerciando con Marsella.
Proyectado por Pere Garau la línea de tren Palma-Sóller se terminó de construir en 1912 y un año después se hizo el tranvía que termina, casi rozando las sillas de las terrazas, el recorrido hasta Port de Sóller.
En 1997 se terminó de comunicar esta localidad con el túnel carretero bajo la Sierra de la Alfabia.